Diversificar es una práctica normal en tu vida profesional y personal. Por ejemplo, quieres mantener tus opciones abiertas en tu plan de carrera y decides conocer cómo operan todas las áreas de una empresa o estudiar un postgrado. Prefieres diversificar tu colección de blazers en tu guardarropa, así tienes opciones para usar con una falda o pantalón, con un vestido o con unos jeans para un viernes de business casual. En esa diversificación, seguro tienes tus consentidos que nunca cambiarás, y está bien. Diversificar abre el espacio a nuevas alternativas de inveresión, pero también te permite conservar la opción que tú percibes como ‘segura’ y te da combinaciones que no habías imaginado. Es igual con la práctica de diversificar tu portafolio de inversión patrimonial.
La diversificación no es un concepto controversial, ni en la vida ni en las inversiones. Tampoco es bueno radicalizar el concepto, por lo tanto, no caigas en un punto de diversificación extrema o de concentración total en uno o dos instrumentos financieros.
La diversificación es una herramienta que amortigua el riesgo de un portafolio de inversión. Si tienes cuatro blazers de diferentes patrones y telas, tendrás más opciones para poder construir atuendos ideales para cada ocasión, que si sólo tienes dos.
En un portafolio puedes diversificar por activos o tipos de instrumentos, países, sectores y monedas, entre otros. Pero siempre con moderación.
Hay dos tipos de inversionista en cuanto a la diversificación se refiere: el obsesivo diversificador y el ‘amante’ del riesgo. Ninguno de los dos es bueno, ambos son extremistas. Lo mejor es encontrar el punto medio. Es como querer estudiar 10 maestrías para ampliar más tus posibilidades de crecer o, en el caso contrario, pensar que sólo puedes ser un administrador de una empresa de botones, y nada más.
El primero quiere controlar tanto el riesgo, que prefiere invertir en muchos activos, tantos como se pueda con tal de atomizar el ‘riesgo’. Esto no es posible. Estudios de Standard & Poors (S&P) han mostrado que después de una decena de activos el riesgo se potencializa.
El segundo es tan ‘amante’ del riesgo, que decide invertir sólo en dos activos con tal de obtener el mayor rendimiento posible. Como te podrás imaginar, el riesgo también se potencializa.
La recomendación es encontrar un punto medio, el cual estará alineado a tu estrategia de inversión y tus objetivos. No sólo se trata de diversificar, sino de lograr tu meta de rentabilidad en el horizonte de plazo que tienes definido.
El mundo de las inversiones y los portafolio de inversión está lleno de mitos y creencias erróneas. Sin embargo, si eliges los instrumentos adecuados y respetas tu estrategia, tener una inversión a largo plazo será un proceso sencillo, ágil y rentable.
Si quieres iniciar un portafolio de inversión diversificado con alternativas más sofisticadas, puedes acercarte a los expertos de Banca Privada de Grupo Financiero Monex. Ellos saben cómo hacer que tu dinero trabaje.