En el mercado de renta variable, y en especial la Bolsa Mexicana de Valores, hablar de liquidez se define como comprar y vender rápidamente una acción, y en términos simples, es una medida de cuántos compradores y vendedores están presentes y si las transacciones pueden realizarse fácilmente.
Los altos niveles de liquidez de las acciones bursátiles surgen cuando existe un nivel significativo de actividad de compra-venta representado por una gran oferta y demanda de un activo, ya que es más fácil encontrar un comprador o un vendedor. Si solo hay unos pocos participantes en la bolsa y que operan con poca frecuencia, se dice que es un mercado sin liquidez o que tiene poca liquidez.
La liquidez de las acciones es importante porque afecta la rapidez con la que pueden abrir y cerrar posiciones los inversionistas, además, un mercado líquido generalmente se asocia con menos riesgo, ya que generalmente siempre hay alguien dispuesto a tomar el otro lado de una posición determinada.
Por ejemplo, las acciones de América Móvil son mucho más líquidas que las acciones de una empresa de telecomunicaciones promedio. La razón es que la empresa es bien conocida, con fundamentos sólidos, por lo que los inversionistas suelen tener un mayor interés en ella.
La alta liquidez de las acciones que conforman el índice de la BMV generalmente conduce a una baja volatilidad del mercado en su conjunto. Por otro lado, la baja liquidez puede desestabilizar los precios. Los mercados con suficiente volumen de negociación tienen precios estables y un buen entorno para los comerciantes institucionales.
Las acciones que carecen de suficiente interés de inversión son motivo de especulación, lo que significa que sus precios son inestables, y se les consideran mercados más riesgosos e insalubres.
Esto significa que la volatilidad y la liquidez tienen una relación inversa. Si aumenta la volatilidad, eso indica una menor liquidez en la mayoría de los casos. Por otro lado, si la liquidez aumenta, lo más probable es que la volatilidad disminuya.
Vale la pena señalar que una acción que es altamente líquida hoy puede no mantener tal interés un año o una década después, pues los mercados están cambiando rápidamente y, bajo la influencia de diferentes factores de la economía y la vida social, las tendencias cambian. Esto significa que la liquidez de las acciones de hoy pueden no ser las de mañana.
Pensemos en la pandemia de COVID-19, por ejemplo. En 2020 aceleró aún más el interés por acciones de mineras debido al alza de los metales, lo mismo ocurrió con las acciones de las empresas que incrementaron ventas pese a los cierres por la pandemia.
Por otro lado, se enfrió el interés en las acciones de compañías aéreas o relacionadas con el turismo.
Esto muestra que no existe una regla universal para clasificar activos particulares como líquidos. Aunque la teoría sugiere que las acciones son líquidas, a menudo es aconsejable observar los fundamentos del activo específico, sus características, época del año, factores externos, etc.
Por eso es mejor ceñirse a la idea de que un activo líquido atrae interés y se puede comprar o vender rápidamente sin implicaciones en su precio.