El mundo está pasando por tensiones comerciales, volatilidad financiera y cambios en la percepción de riesgo, sin embargo, México acaba de recibir un respiro importante en su frente soberano. El Credit Default Swap (CDS) a 5 años —el indicador más líquido y utilizado para medir la probabilidad de impago de la deuda— se ubica en 99.29 puntos base, su nivel más bajo desde mayo de 2024.
Esta caída representa un cambio de tendencia relevante, sobre todo después de que en abril de 2025 el mismo indicador alcanzara su punto más alto en dos años, al situarse en 161.10 puntos base.
Detrás de esta mejora se combinan factores externos e internos que han reconfigurado la percepción de riesgo hacia el país. Entre ellos destacan el avance en las negociaciones arancelarias globales y la mejora en la calificación crediticia de Petróleos Mexicanos (Pemex), dos elementos que, en conjunto, han liberado presiones sobre la deuda soberana y reforzado la confianza de los inversionistas.
Un termómetro del riesgo país
El CDS funciona como un seguro contra el incumplimiento del pago de deuda soberana, es decir, refleja el costo que un inversionista está dispuesto a pagar para cubrirse ante un posible impago: cuanto más alto es el CDS, mayor es la percepción de riesgo. Su evolución depende de múltiples variables —desde el crecimiento del PIB hasta la estabilidad política y la capacidad de generar ingresos fiscales—, y suele reaccionar con rapidez a cambios en el entorno económico y geopolítico.
En el caso de México, el repunte registrado en el primer trimestre de 2024 estuvo directamente relacionado con un clima de incertidumbre política y comercial.
“El efecto de un menor dinamismo económico sobre los ingresos del Gobierno implicó una débil percepción de recaudación para financiar los proyectos públicos”, explica Janneth Quiroz Zamora, Directora de Análisis Económico, Cambiario y Bursátil de Monex.
Ese escenario elevó la probabilidad de impago y encendió alertas sobre un posible ajuste a la baja en la calificación crediticia del país.

El papel de la tregua comercial global
La ruptura de esta tendencia alcista en el CDS llegó tras el acuerdo arancelario del 12 de mayo entre China y Estados Unidos. En él, ambas potencias pactaron una reducción temporal de aranceles bilaterales —115% menos—, que dejó los aranceles en 30% para importaciones chinas y en 10% para las estadounidenses.
El efecto fue inmediato. “Se relajaron las expectativas de un menor dinamismo en la economía global y su efecto negativo para el crecimiento de los países con mayor exposición al comercio internacional”, señala Quiroz Zamora.
Esta distensión se amplificó con la extensión de 90 días adicionales a la tregua comercial, lo que generó un escenario más favorable para el crecimiento mundial. Para México, el impacto es aún más notable si se considera que en este periodo alcanzó un máximo histórico de 16.9% de participación en las importaciones estadounidenses, consolidando su papel como socio comercial estratégico.
Pemex y la deuda soberana
El segundo catalizador que ha impulsado la mejora del CDS provino de un frente interno: la reciente mejora en la calificación crediticia de Pemex por parte de Fitch. Aunque se trata de una empresa productiva del Estado y no del gobierno central, su salud financiera es un factor que influye directamente en la percepción de riesgo país.
El ajuste al alza implica que Pemex enfrenta menores presiones inmediatas en su financiamiento, lo que reduce la carga potencial sobre las finanzas públicas y mejora las perspectivas de la deuda soberana.
“Este avance mitiga los temores de una posible revisión a la baja para la calificación crediticia del país”, apunta Quiroz Zamora, destacando que el efecto llega en un momento clave, a las puertas de futuras discusiones sobre la revisión del T-MEC.
Implicaciones y perspectivas
Sin embargo, este escenario favorable no está exento de vulnerabilidades. La tregua comercial entre China y Estados Unidos sigue siendo temporal y su sostenibilidad dependerá de la evolución de las negociaciones. Asimismo, la capacidad de Pemex para mantener su nueva calificación requerirá disciplina financiera y avances en su estrategia operativa.
En el mediano plazo, el comportamiento del CDS también estará influido por la política fiscal del nuevo gobierno, la dinámica de crecimiento económico y el desenlace de la próxima revisión del T-MEC. La clave estará en mantener un equilibrio entre estabilidad macroeconómica, competitividad comercial y solidez institucional para evitar un repunte en la percepción de riesgo.
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