Aunque los precios de los activos financieros parecen moverse de forma aleatoria, está demostrado que los mercados se mueven con cierta ciclicidad.
Los mercados se rigen principalmente por las transacciones realizadas por los grandes inversores institucionales y, para operar con éxito, los inversionistas individuales deben observar de cerca estos ciclos del mercado.
Los ciclos de mercado se dividen en cuatro fases distintas, muy similares a los ciclos económicos:
- Expansión / recuperación
La expansión se produce como resultado del crecimiento económico y conduce a un mercado alcista cuando los inversores buscan comprar. Si una economía está bien gestionada, puede durar años el mercado alcista.
- Pico
La presión compradora alcanza su punto más alto y marca la transición a la fase de contracción, ya que los principales inversores ya no quieren comprar activos de alto precio.
- Contracción
La fase de distribución del ciclo marca un debilitamiento del mercado, que comienza en el punto más alto y termina en el más bajo. Este es el periodo que los economistas denominan recesión de mercado.
- Depresión
En este punto, el mercado se ha hundido hasta el punto más bajo posible y comienza la transición a la fase de expansión.
¿Qué son los ciclos de mercado?
Hay varias razones que explican los ciclos naturales en los mercados financieros. Los principales son los factores macroeconómicos, como la inflación, las tasas de interés, las tasas de crecimiento económico y los niveles de desempleo.
Un descenso de las tasas de interés suele provocar una subida en los mercados, ya que se perciben como indicadores de crecimiento económico. Por otro lado, un aumento de la inflación suele ser un indicio de una inminente subida de los tipos de interés, responsable de una caída del mercado y de una ralentización del crecimiento económico.
Los altos niveles de desempleo también presagian una ralentización económica, puesto que el descenso del desempleo indica un crecimiento inminente para los inversores.
El rendimiento del mercado también desempeña un papel importante a la hora de determinar el curso de los ciclos de mercado. Debido a una serie de factores, puede haber un período máximo en el que los inversores se apresuran a comprar determinados activos, así como períodos en los que la inestabilidad se apodera del mercado, haciendo que los inversores vendan en grandes cantidades.
Elegir el mejor momento para invertir
Los periodos de salida de la depresión e inicio de la recuperación son el mejor momento para invertir en bolsa (cuando aún está “a la venta” y cuando las expectativas de los inversores alcanzan su punto de máximo pesimismo).
Los períodos de crecimiento también son favorables para invertir. Ciertos sectores del mercado de acciones se ven más favorecidos que otros (por ejemplo, los sectores tecnológicos y las acciones procíclicas se benefician más de los períodos de expansión que otros).
Los períodos al comienzo de una recesión tienden a favorecer el efectivo o inversiones más defensivas de bajo riesgo. Los periodos de recesión avanzada (antes de la depresión) generalmente favorecen la inversión en bonos de alta calidad y largo plazo, porque las caídas de la tasa de interés y la baja inflación que generalmente caracterizan este tipo de entorno les son beneficiosas.
Toma el análisis en tus manos
El análisis de estos ciclos de mercado pueden ayudar a un inversor a tomar mejores decisiones: por ejemplo, evitando la sobreexposición a acciones. Si bien no es posible predecir de antemano y precisamente cuando se desencadenará la próxima recesión, sí es posible posicionar tu cartera para no encontrarte en peligro en la próxima fase del ciclo.
En Monex tenemos asesores con una gran experiencia para guiarte en tus objetivos de inversión, tomando en cuenta los distintos tipos de ciclos de mercado. Sin importar en qué ciclo está el mercado, siempre tendremos una estrategia adecuada para ti.