Los instrumentos derivados se han convertido en un pilar importante en la gestión moderna de la cartera. Por lo general, las carteras usan derivados por tres razones: para reducir el riesgo al cubrir una posición o exposición, para obtener acceso a clases de activos específicos y para administrar los flujos de efectivo.
Agregar derivados a una cartera de inversión tradicional permite una diversificación y cobertura adicional contra la volatilidad del mercado.
El uso de derivados en portafolios de inversión puede parecer una perspectiva aterradora, pero no lo es. Al contrario, se pierden oportunidades cuando se ignoran este tipo de instrumentos. Los derivados tienen múltiples propósitos que generalmente no son entendidos por el inversionista promedio.
Los derivados tienen múltiples propósitos que generalmente no son entendidos por el inversionista promedio.
De los beneficios más importantes predomina la cobertura frente a los riesgos del mercado, aunque existen diferentes maneras de aprovechar estas alternativas.
En gran parte de las veces, estos instrumentos son utilizados como una estrategia de gestión de riesgo para obtener ganancias ante las fluctuaciones de los activos financieros, por ejemplo, una cobertura asegura el valor de un activo con la intención de que el inversionista pueda disminuir o evitar pérdidas en su portafolio.
Con dicha estrategia el objetivo es proteger una cartera de inversión de aquellos factores permanentes o temporales en el mercado. Generalmente, los inversionistas acuden a los derivados cuando existe una expectativa de una caída en el valor de un activo consecuencia de condiciones de mercado, o bien, la posibilidad de un ajuste de tasas para minimizar un impacto negativo en el portafolio.
También pueden ser utilizados de otras maneras para obtener ganancias: el apalancamiento y la especulación de los movimientos del sistema financiero. En este último caso, el objetivo no es reducir los riesgos, sino deducir el comportamiento de un instrumento financiero, lo que le permite al inversionista obtener mayores ganancias que en el mercado tradicional.
Dicho de otra manera, el inversionista con la asesoría de un experto y los conocimientos claves del mercado puede evaluar qué sucederá con un activo financiero y sacar provecho de ello. Por ejemplo, con el tipo de cambio se puede especular sobre el comportamiento de esa variable y ganar en caso de que se cumpla lo que consideró.
Los derivados se utilizan en carteras para cubrir o reducir riesgos no deseados. Estos riesgos suelen ser riesgos de mercado, que se refieren a la sensibilidad de un activo o cartera a los movimientos generales de los precios de mercado, como las tasas de interés, la inflación, las acciones y de monedas.
Los inversionistas deben tener en cuenta que cada cobertura tiene un costo y es el precio que se paga para evitar la incertidumbre.
Además de la gestión de riesgos, los derivados también se pueden utilizar en carteras para obtener acceso a mercados o activos particulares de forma rápida y económica. Uno de los conceptos básicos de los derivados es que replican eficientemente la exposición a un índice subyacente.
Los derivados también se pueden usar para cumplir con los objetivos de asignación de activos; en lugar de comprar y vender valores físicos para alterar las exposiciones, estos se pueden lograr a través de contratos de derivados a costos de transacción más bajos.
Los derivados también se pueden usar para administrar las entradas y salidas de efectivo en una cartera. Una gran entrada de efectivo tiene el efecto de reducir la exposición de la cartera a otros activos y cambia la asignación de activos elegida.
Los derivados son críticos para administrar carteras diversificadas debido a su flexibilidad y variadas aplicaciones. Los derivados tienen aplicaciones muy útiles dentro de la gestión de cartera y juegan muchos roles tanto en la gestión de riesgos como en la creación de rentabilidad.
Los derivados son las herramientas más avanzadas que se pueden encontrar en la cartera de un inversionista. Por su propia naturaleza, estos contratos satisfacen las necesidades más especializadas, pues permiten a las personas protegerse de los riesgos y gestionarlos de manera efectiva.
Sin embargo, los inversionistas deben asegurarse de que los derivados se utilicen correctamente. Eso significa que los instrumentos derivados deben entenderse y ser operados por profesionales.
Se puede operar con derivados de dos modos distintos. El primero es over-the-counter (OTC). Este se basa en que las partes implicadas negocian las condiciones del contrato de manera privada en un mercado regulado. Los contratos no son estandarizados, son flexibles, la liquidación es entre las partes y no se opera en bolsa sino de manera bilateral.
Con la minimización del riesgo de la contraparte en operaciones en bolsa, esta no viene en la ley de valores sino de que la Cámara de Compensación se vuelve la contraparte de todas las operaciones.
Si bien existen diferentes instrumentos en este mercado para identificar cuál de ellos te conviene y en con qué condiciones es la mejor alternativa, te enlistamos algunos consejos para invertir en derivados:
La principal diferencia entre las opciones y los futuros es que las opciones otorgan al tenedor el derecho de comprar o vender el activo subyacente al vencimiento, mientras que el tenedor de un contrato de futuros está obligado a cumplir los términos de su contrato.
Con una operación tan específica del mercado de derivados, antes de comenzar, debes considerar estos puntos básicos para operar con éxito estos instrumentos:
El rol de una asesor financiero toma mayor relevancia en este mercado. Con su experiencia encontrarás la mejor estrategia para cubrir del riesgo tus inversiones, o bien, lograr mayores ganancias con los derivados.
Sin duda la atención especializada que brinda un asesor te guiará en el mundo bursátil y, en particular, para tener un buen manejo de tus recursos financieros.
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